La calidad constructiva de un inmueble se refiere al nivel técnico, estético y funcional con el que fue construido, y abarca el conjunto de materiales, sistemas y terminaciones utilizados, así como la forma en que estos fueron ejecutados. Es un factor clave en la valoración, durabilidad y confort de la propiedad.
Factores que determinan la calidad constructiva:
Materiales utilizados:
Alta calidad: hormigón armado bien tratado, ladrillos portantes, carpintería de aluminio con doble vidrio hermético (DVH), griferías de marca reconocida, porcelanatos.
Baja calidad: mampostería precaria, aberturas de chapa, grifería plástica, revestimientos básicos o ausentes.
Técnica constructiva y terminaciones:
Revoques prolijos, buena aislación térmica y acústica, detalles de molduras, encastres bien logrados.
Malas terminaciones, superficies desparejas, falta de sellados adecuados.
Instalaciones:
Calidad y diseño de las instalaciones eléctricas, sanitarias, de gas, calefacción y refrigeración.
Presencia de sistemas modernos como paneles solares, domótica o climatización central.
Diseño estructural y funcionalidad:
Proyectos que respetan normas antisísmicas, buena ventilación, iluminación natural, distribución eficiente de los espacios.
Durabilidad y mantenimiento:
Materiales que resisten el paso del tiempo y requieren poco mantenimiento (pisos de madera dura vs. melamina, por ejemplo).
Muy buena/buena: paredes rectas, sin ondulaciones; revoques finos, pintura prolija.
Regular o baja: fisuras, revoques mal terminados, pintura descascarada o despareja.
Alta calidad: aluminio anodizado, doble vidrio hermético (DVH), apertura suave.
Baja calidad: chapa, madera liviana, cierres difíciles, filtraciones o falta de burletes.
Alta calidad: porcelanatos, madera natural, alfombras premium.
Baja calidad: cerámica económica, vinílicos, pisos huecos al caminar.
Alta calidad: disyuntor, llaves térmicas sectorizadas, tomas bien distribuidos, buena presión de agua, griferías metálicas.
Baja calidad: cables a la vista, llaves sueltas, presión de agua baja, caños oxidados, grifería plástica.
Alta calidad: buen cierre de ventanas, paredes dobles, climatización eficiente.
Baja calidad: ruidos del exterior, sensación de frío o calor excesivo, condensación.
Alta calidad: zócalos bien colocados, marcos bien encuadrados, artefactos empotrados, iluminación led.
Baja calidad: detalles mal rematados, empalmes visibles, terminaciones apresuradas.
Alta calidad: ambientes bien proporcionados, buena circulación, diseño pensado.
Baja calidad: espacios desaprovechados, techos bajos, reformas improvisadas.